confieso q me gusta escribir historias
confieso q siempre parecen mejores en mi cabeza que en el papel :/
confieso q esta es mi regalona :B
********
—19.09.08—
Monomanía
.
.
.
Cada uno sabe
que puede encontrar en sus bolsillos
.
.
.
¿Haz visto mi alma gritando al caer?
Debajo del camino por donde pasan los demás
Haz visto tu alma gritando al caer
Capítulo 1. The man who sold the world
Alex, 19 años, chileno y mucho más no importa. Podría empezar contando que cuando tenía 14 años obligue a mi mejor amigo a tener relaciones conmigo, pero para que me voy a adelantar tanto. Mejor voy más despacio, supongo.
Voy en el primer año de Arquitectura, pololeo hace unos meses con Ignacia, hermana de mi amigo (y que también es mi vecino), compañera de curso y amiga desde hace 8 años (gracias a eso conocí a Iván, claro). Ignacia es la clásica rubia hueca y arrogante, pero dominable y siempre ingenua si le hablan de amor. Pretexto perfecto para infiltrarme en casa Iván todos los días.
Y a hablar de mi vicio se ha dicho.
Iván tiene dieciséis, pelo negro, ojos de un café grisáceo y contextura delgada. Psicológicamente no tengo idea como es. La personalidad la perdió desde que empezó a tomar pastillas.
Como nos llevamos por 3 años de diferencia, somos reservados, y al principio me daba vergüenza hablarle (como no, después de lo que pasó) nos costó hacernos amigos, pero, lista la primera parte, mantener la amistad se nos hizo fácil, hasta llegué a quererlo más para conversar que para cualquier otra cosa. Después de todo, si nunca se acordara de cierto detalle, podíamos ser amigos por años.
Ese detalle… me mantuvo lejos de la casa de Ignacia por meses, hasta que supe que Iván no se acordaba de nada, simplemente se sentía raro.
Ignacia me contó medio tiritando e interrumpida por el llanto que su hermano despertó un día extraño y desde ese día casi ni hablaba ni comía. Lo llevaron al psicólogo, pero el tipo no pudo sacarle nada. Mientras tanto, lo mandaron al doctor y se enteraron de la sorpresa: moretones, el brazo lesionado y heridas que indicaban una posible violación. Le preguntaron de todas las maneras posibles y al parecer no se acordaba de nada. Lo había bloqueado, simplemente.
Cuando comencé a convencerme de que en verdad no se acordaba de nada, volví a visitar a Ignacia en su casa.
Al principio me sentía pésimo por el aire de funeral que se respiraba (soy un hombre, después de todo), pero me justifiqué con la idea de que la reacción de Iván era todavía más anormal que lo que le hice.
Primero el saludo, después las conversaciones en la mesa y al final hablando cualquier estupidez que se nos ocurriera, estuviera Ignacia o no presente.
—Alex, llego la nacha
—dale, dile que pase
Que ganas de terminar con ella… lastima que tuviera tanta paciencia.
Honestamente, nunca me gustó ni nada, pero a ella yo le gustaba hace años y tenía que cumplirle alguna vez el sueño. Por otro lado, tener algo con ella era excusa más que suficiente para pasar más tiempo con Iván.
—Te demoraste, amor —la salude mientras le tomaba las manos
—perdón… es que el enano anda raro pero no me quiere decir por que. Pregúntale tú que a ti te quiere más.
— ¿que pasa celosita?
Palabras tontas, tono de voz suave y cosquillas en el abdomen bastaban para conformarla. Sin perder más tiempo y ya podía ir a ver a Iván sin que Ignacia sospechara nada. En unos minutos ya estaba tocando el timbre de su casa.
—Pasa —dijo mientras buscaba un par de vasos y coca cola – ¿Qué paso con la nacha cuñadito?
—con ella nada —pausa para la bebida—me mandó a hablar contigo. Dice que andas raro y ya sabes como es de llorona. Inventémosle algo para que se tranquilice.
—si… dile que me declaré y me rechazaron
—Que penoso —me reí
—es mentira… nada nuevo en realidad
— ¿te acordaste de algo cierto?
5 años de práctica y podía esconder perfectamente el nerviosismo
—mhh
— ¿de que? Dime
—no, es asqueroso
Iván estaba fucsia y evitaba mirarme. Sospeche por un instante de que se podría haber acordado
—cuando el puto acabo… se sintió tan asqueroso… no se lo deseo a nadie
No pude evitar la risa, así que fingí que tosía.
Mentiroso. Podrás decir cualquier cosa pero se que te acuerdas que no termine solo, y eso es lo que te tiene así. Te gustó y si volviera a pasar te encantaría de nuevo, acéptalo.
—perdón. Claro, me imagino, no entiendo como a algunos le gusta
Me miro enrabiado
—a ti quizás. A mi no.
Mentiroso de mierda. En estos momentos me provocas ganas de… recordarte lo que te gusta
—ya, disculpa. ¿Tienes hielo?
Monomanía
.
.
.
Cada uno sabe
que puede encontrar en sus bolsillos
.
.
.
¿Haz visto mi alma gritando al caer?
Debajo del camino por donde pasan los demás
Haz visto tu alma gritando al caer
Capítulo 1. The man who sold the world
Alex, 19 años, chileno y mucho más no importa. Podría empezar contando que cuando tenía 14 años obligue a mi mejor amigo a tener relaciones conmigo, pero para que me voy a adelantar tanto. Mejor voy más despacio, supongo.
Voy en el primer año de Arquitectura, pololeo hace unos meses con Ignacia, hermana de mi amigo (y que también es mi vecino), compañera de curso y amiga desde hace 8 años (gracias a eso conocí a Iván, claro). Ignacia es la clásica rubia hueca y arrogante, pero dominable y siempre ingenua si le hablan de amor. Pretexto perfecto para infiltrarme en casa Iván todos los días.
Y a hablar de mi vicio se ha dicho.
Iván tiene dieciséis, pelo negro, ojos de un café grisáceo y contextura delgada. Psicológicamente no tengo idea como es. La personalidad la perdió desde que empezó a tomar pastillas.
Como nos llevamos por 3 años de diferencia, somos reservados, y al principio me daba vergüenza hablarle (como no, después de lo que pasó) nos costó hacernos amigos, pero, lista la primera parte, mantener la amistad se nos hizo fácil, hasta llegué a quererlo más para conversar que para cualquier otra cosa. Después de todo, si nunca se acordara de cierto detalle, podíamos ser amigos por años.
Ese detalle… me mantuvo lejos de la casa de Ignacia por meses, hasta que supe que Iván no se acordaba de nada, simplemente se sentía raro.
Ignacia me contó medio tiritando e interrumpida por el llanto que su hermano despertó un día extraño y desde ese día casi ni hablaba ni comía. Lo llevaron al psicólogo, pero el tipo no pudo sacarle nada. Mientras tanto, lo mandaron al doctor y se enteraron de la sorpresa: moretones, el brazo lesionado y heridas que indicaban una posible violación. Le preguntaron de todas las maneras posibles y al parecer no se acordaba de nada. Lo había bloqueado, simplemente.
Cuando comencé a convencerme de que en verdad no se acordaba de nada, volví a visitar a Ignacia en su casa.
Al principio me sentía pésimo por el aire de funeral que se respiraba (soy un hombre, después de todo), pero me justifiqué con la idea de que la reacción de Iván era todavía más anormal que lo que le hice.
Primero el saludo, después las conversaciones en la mesa y al final hablando cualquier estupidez que se nos ocurriera, estuviera Ignacia o no presente.
—Alex, llego la nacha
—dale, dile que pase
Que ganas de terminar con ella… lastima que tuviera tanta paciencia.
Honestamente, nunca me gustó ni nada, pero a ella yo le gustaba hace años y tenía que cumplirle alguna vez el sueño. Por otro lado, tener algo con ella era excusa más que suficiente para pasar más tiempo con Iván.
—Te demoraste, amor —la salude mientras le tomaba las manos
—perdón… es que el enano anda raro pero no me quiere decir por que. Pregúntale tú que a ti te quiere más.
— ¿que pasa celosita?
Palabras tontas, tono de voz suave y cosquillas en el abdomen bastaban para conformarla. Sin perder más tiempo y ya podía ir a ver a Iván sin que Ignacia sospechara nada. En unos minutos ya estaba tocando el timbre de su casa.
—Pasa —dijo mientras buscaba un par de vasos y coca cola – ¿Qué paso con la nacha cuñadito?
—con ella nada —pausa para la bebida—me mandó a hablar contigo. Dice que andas raro y ya sabes como es de llorona. Inventémosle algo para que se tranquilice.
—si… dile que me declaré y me rechazaron
—Que penoso —me reí
—es mentira… nada nuevo en realidad
— ¿te acordaste de algo cierto?
5 años de práctica y podía esconder perfectamente el nerviosismo
—mhh
— ¿de que? Dime
—no, es asqueroso
Iván estaba fucsia y evitaba mirarme. Sospeche por un instante de que se podría haber acordado
—cuando el puto acabo… se sintió tan asqueroso… no se lo deseo a nadie
No pude evitar la risa, así que fingí que tosía.
Mentiroso. Podrás decir cualquier cosa pero se que te acuerdas que no termine solo, y eso es lo que te tiene así. Te gustó y si volviera a pasar te encantaría de nuevo, acéptalo.
—perdón. Claro, me imagino, no entiendo como a algunos le gusta
Me miro enrabiado
—a ti quizás. A mi no.
Mentiroso de mierda. En estos momentos me provocas ganas de… recordarte lo que te gusta
—ya, disculpa. ¿Tienes hielo?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario