miércoles, noviembre 19, 2008

Monomanía. Dumb (2)

—21.09.08—
Capítulo II. Dumb


—hola Camila ¿Esta Alex?
—sí, pero está ocupado
Quien más iba a ser, seré muy mierda pero no puedo evitarlo
—Iván —le salude torpemente, mientras le señalaba que entrara—estamos haciendo un informe pero casi esta listo. No pasa nada si entras
—descuida, vuelvo en un rato
Lo arrastré del brazo —ya ¡no te cohíbas!
—No, es que venía de pasada, tengo que hacer algo —respondía
A Iván no le gustaba hablar de ese tema, pero siempre me dejo ver que le incomodaba conocer gente. De todas formas, no iba a dejar que se escapara con una excusa tan estúpida.
—compañeros, les presento a mi vecino, se llama Iván. Vigilen que no fume por que es menor de edad. Iván ellos son el Félix, el Pablo, la Feña y el Mario.
Se saludaron, terminamos el trabajo y de a poco Iván fue dejando el nerviosismo.
—A ver como nos va —murmuraba Pablo mientras mandaba el informe al mail del profesor.
— ¡A relajarse por fin! —Sacaba apurado cerveza, pisco, ron y bebidas del refrigerador— ¿tu vas a tomar, Iván?
—toma no más si mañana es sábado. Te quedas acá con Alex y así no se dan cuenta —le animó la Feña
—bueno… pero te advierto que no tengo mucha resistencia
El aire se puso liviano y el nervio se fue. Iván parecía conocerlos de toda la vida y eso me alegró. Tengo que dejar esos instintos de padre.
—y tú, ¿bebida? —me pregunto la Feña indicando mi vaso (era una de las que se curaba fácil y no le convenía que nadie quedara lúcido)
—sí, es que estoy tomando remedios.
Mentira a medias en realidad. Aunque era cierto que estaba tomando remedios poco me importaba. Prefería quedarme sobrio antes de andar soltando huevadas frente a Iván (además así aprovechaba de ver las estupideces que hacían los demás ebrios).
—… ¡y póngale póngale! —cantaban mis amigos mientras le servían piscola a Iván. Me uní también, sería divertido verlo borracho.
—y dime, ¿estas pololeando, te gusta alguien? —le preguntó la Feña. Primera encendida, por supuesto.
—estoy andando, pero me gusta otra persona
¿Andando, Y además te gusta otra? pendejo infiel
— ¿A si?, no me habías contado nada —intervine, molesto
—te iba a contar hoy, llorón. Empecé hace unos días. Ella esta en mi curso. Me dijo que le gustaba y pensé que podía resultar, así que le ofrecí que anduviéramos
Pendejo infiel el que esta pololeando, se calienta con el hermano de su polola y ahora se pone celoso porque el niñito tiene andante. No había otra solución. Si no quería estresarme tenía que tomar. Daba lo mismo si decía idioteces, pero arto me conocía como para no mandarme ninguna cagada muy grande.
—Hiciste bien —preparaba una roncola bien cargada— mientras no te resulte con la que te gusta y tu andante se tire al tren, todo bien. Pero no te quejes si después te la quieres sacar y no puedes.
— ¡Que te pasa, no soy así! Si la Karen no me gustara no andaría con ella.
—genial. Entonces, avísame cuando quieras tocarla para enseñarte unos truquitos que matan a la nacha.
Alcohol de mierda, llega a la cabeza luego pero no me hagas decir huevadas
—que asco. ¿Se te olvida que es mi hermana?
Obviamente no.
—ah, ¿tu eres el hermano de la polola del Alex? —pregunto el Félix
—futura ex, si se me antoja —decía entre sorbos
¡Que se te antoje, mierda!
— ¿Ya? La nacha te debería ver ahora. Siempre anda preocupada de ti. Nos ha contado unas cosas tuyas ¿sabías?
—no te creo ¿como que, a ver?
“No le digan” escribí en un papel. Por suerte Iván era el que estaba peor, así que no se iba a dar cuenta.
—Como que te viol… —bajó gradualmente la voz— debió ser complicado para ti… —respondió la Feña, dando por obvio que todos estábamos enterados.
Detalle. Curados o no, NINGUNO se dio cuenta del puto papel
—sí. Se acabó el tema. Me voy para mi casa.
Estaba rojo, deprimido y mareado. Se levantó para irse y de no caerse encima de la mesa se hubiera quebrado la cabeza. Vomito en la misma mesa, como remate.
—disculpa, nos desubicamos —le dijo Pablo— no estás en condiciones de irte a tu casa, se acabó el tema como dijiste y pasémoslo bien no más.
El ambiente se fue relajando de a poco, nuevamente. Volvieron los chistes, las preguntas indiscretas a la Feña (era el blanco, como era la única mujer) y terminamos vomitando todos, menos el Pablo, que se quedó cuidando que no se pasaran de la raya con la feña que le gustaba hace tiempo.
A las 6 todavía estaba oscuro y como habíamos quedado cansados con el trabajo nos fuimos a acostar. Partieron primero la Feña con el Félix (a acostarse juntos, los desgraciados), después se despertó mi hermana con el ruido y Mario se fue a ver tele con ella (confío en mi amigo, así que no puse problema) y nos quedamos con Pablo e Iván conversando. Pablo ahora si tomaba y tiraba puteadas contra el Félix. Otra vez la emotiva conversación sobre el amor.
—Puedo soportar no estar con ella —decía— ¡¿pero que le guste ese egocéntrico?! La Fernanda va a sufrir, y eso es lo que me duele
Y tomaba y tomábamos
—Cálmate que no va a sufrir porque a la feña no le gusta… anda caliente no más —le dije
— ¿Y si después se enamora? —preguntaba
— ¿Ves muchas teleseries con tu mama? No sea ingenuo Pablito
—dices eso por que a ti nunca te ha gustado nadie en serio. Ni a la nacha la quieres, se nota —decía Iván, digno ebrio, apoyado en la mesa y mirando su vaso
—tienes razón, no la quiero. Quizás no he amado pero si hay alguien que me gusta enfermizamente. Pero soy realista y no voy a matarme si no le gusto, hay que conformarse y punto.
—Eres una mierda —dijo Pablo
Le iba a responder que sí, pero se me adelantó Iván
—Esta clarísimo. Deberías dejarla e intentarlo con la otra
Pobre de mi mascota, estaba desanimado (¿pensaría que con eso iba a dejar de ir a su casa?)
—No. Lamentablemente tengo motivos para seguir con la nacha
— ¿Te gusta su mama? —Preguntó Pablo
Nos reímos los tres
— ¿Te gusto yo? —Pregunto Iván, con la lengua adormecida por las últimas piscolas
—me encantas
Pablo se rió, Iván me miraba entre sorprendido y asustado.
En ese momento bajó mi hermana a pedirnos que nos acostáramos por que no podía dormir. Marcos y Pablo se fueron a una pieza e Iván y yo nos fuimos a la mía.

Iván no habló ni cuando llegamos a la pieza, ni cuando me tiro sobre la puerta, ni cuando me lamió el cuello y recorrió mi espalda con su mano.

Yo me dejé. Sintiéndome en el cielo, o la ilusión de este que trae el infierno. Era lo que había estado esperando. Era lo que mi perra imaginación me permitía, pero diez mil veces más placentero.

Tenía dieciséis, estaba confundido y le había cagado la vida de caliente.


— ¡Para! —Grité— Que mierda estas haciendo. ¡¿No ves que tengo pene mierda?!
—Quiero hacerlo. Me gustas demasiado
Fue lo último que dijo antes de vomitar. Por suerte el vómito le bajó los ánimos y dejó de hablar de nuevo. Lo acosté y aproveche de ir a “liberar tensiones” al baño.
Trate de no pensar en sus palabras pero no lo podía evitar. La idea de aprovecharme de su estado era tentadora, pero la de hacerlo con su voluntad era peor. ¿Y si se daba cuenta que ya lo habíamos hecho?
“no se tendría de que quejar, no puede negar que le gustó… nunca había visto que se corrieran así” pensé, avergonzándome de inmediato de mi pensamiento.
Así que me iba a negar, simplemente. Aunque fuera el perfecto uke (lo usan en los mangas homo japoneses para referirse al “pasivo” en una relación. Según estos yo sería “seme”) no sabía lo que hacía. Yo debería haber madurado y aprendido que no tengo que dejarme llevar por la calentura.
Salí del baño y lo encontré durmiendo. Tenía unas cuantas marcas de cuando se cayó en la mesa y descansaba tranquilo.
Volví a la cama cuando casi era de día y por fin pude dormir bien (estaba demasiado cansado para quedarme pensando)
Como novedad Iván no se acordaba de casi nada, si no por que el grito que tiró cuando me vio durmiendo en la misma cama. Despertamos cerca de las tres. Todos, con el grito de mi amigo.
— ¿Qué paso? —preguntó, espantado
—que va a pasar. Te curaste y te vine a acostar como a las 6
—… ¿Y tú me sacaste la ropa? —preguntó, fucsia de la vergüenza pero con cara de odio
—que esperabas, no iba a dejarte que te acostaras en mi cama lleno de vomito.
—debo haber hecho el ridículo, discúlpame
—descuida, cual de todos estaba peor. Voy a buscar agua ¿te traigo?
—ok
“si hubiera sabido que no se iba a acordar de nada, algo hubiera hecho” pensé, enojado.
— ¿lo violaste o que? —preguntó Pablo, que estaba en el pasillo
Me gire frío, tenso hasta más no poder. Milagrosamente Pablo se estaba riendo
—Por el grito —dijo
—el imbécil no sabía que hacia ahí. ¿Dije algo penoso ayer?
—además de que no querías a la nacha y que te encantaba Iván, no.
Palidecí.
—pero no te preocupes. Estábamos solo los tres e Iván no se debe acordar de nada. A mi no me des explicaciones que me da lo mismo si era broma o no —dijo, sonriendo.
—me acuerdo que lo dije, y te aviso que era broma. ¿Quieres agua?
—no, gracias. Pero si era broma, podrías haber evitado ese tono de caliente.

Feliz cagada de vida, Señor Alex. A ver si con los veinte años de cárcel me arrepiento de mis pecados. Feliz puta mierda que te toca, Alex.

No hay comentarios.: